Precalienta el horno a 170C. Engrasa un molde redondo de 23 cm. Coloca los pistachos en una bandeja de horno y tuéstalos por unos 3 minutos hasta que tengan un mayor brillo y un aroma a nuez. Retira y deja enfriar.
Abre las vainas de cardamomo, desecha las cáscaras, y muele las semillas, hasta obtener un polvo fino.
Vierte los pistachos y cardamomo en polvo, en un procesador de alimentos, y procesa hasta que estén finamente molidos. Traspasa la mezcla a un tazón grande con la polenta y el bicarbonato de sodio, y mezcla hasta que esté bien combinado.
Coloca el ghee (o mantequilla) y el aceite de oliva en una olla pequeña a fuego lento hasta que la mantequilla se haya derretido ¡sin que haya hervido! Dejar enfriar ligeramente.
En otro bowl grande, bate los huevos y el azúcar, hasta que esté suave, esponjoso y lo suficientemente espeso como para que caiga, lentamente. Luego vierte sobre los huevos, el ghee y el aceite, batiendo lentamente, hasta que esté totalmente incorporado. A continuación, vierte suavemente las nueces y polenta. Después saca la ralladura del limón, y añade su jugo. Revuelve.
Vierte la masa en el molde engrasado y hornea por 45 a 50 minutos. Comprueba que está listo insertando un palito, si sale limpio, está OK. También puedes saberlo si al presionar con los dedos el cento de la tarta, la superficie se devuelve hacia atrás un poco. para este momento, la torta habrá subido bastante, pero no te preocupes si el medio se separa o incluso se agrieta un poco. Se ve lindo igual.
Déjala reposar en la lata hasta que se enfríe, y sirve en rodajas gruesas, con una cucharada de crema.
Esta tarta es tan húmeda que realmente mejora mucho el sabor luego de un día o dos. Sin embargo, su vibrante color verde comenzará a desvanecerse, pero estará igual o más rica.
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